sábado, 12 de diciembre de 2015

Mensajes de la vidente de Ezquioga Benita Aguirre: tres años de hambre, surgimiento del Reino de El Anticristo, persecuciones a cristianos, guerra mundial, peste, huracanes,tres días de oscuridad

Nota del blogger: En un mesaje con fecha 3 de Julio de 1933, Benita Aguirre describe a un individuo al que identifica como El Anticristo y dice que tiene 9 años. En la actualidad, si ese individuo siguiese vivo, tendría más de 91 años. Es posible que el mensaje esté errado en lo que se refiere al espacio temporal. Aún así, es interesante la descripción que ofrece sobre El Anticristo como un ser carismático, que hará falsos milagros y que engañará a muchos que le seguirán; porque esta descripción es parecida a la que muchos videntes y profetas ofrecen de este personaje.


Los Hechos de Ezquioga – Documentación y Mensajes (1931-1934)

Número 1

Declaraciones de Benita Aguirre

NÚMERO 1.— Declaraciones de Benita Aguirre. Juicio crítico de los éxtasis y las declaraciones de esta vidente. Los castigos. Creyentes, videntes, director de estos y libro de la Virgen de Ezquioga. Presentes y futuras persecuciones. Los crucíferos, el gran monarca y el anticristo. Consejos. La ola rojiza empujando a la barquilla, símbolo de España. Estímulos de Jesús y María. Jesús, padre y maestro de las almas.  Jesús llamando a los pecadores. Treinta especiales documentos, con algunas cortas poesías, dictados, unos por Jesús y otros por María a la vidente en éxtasis, de diversas fechas.

Benita Aguirre y Odria, nació el 12 de marzo de 1922 en Legazpia (Guipúzcoa). Es una niña de buena salud, extremada sensibilidad, ecuánime mentalidad, muy despabilada, de honestas costumbres, simpática, piadosa y apreciada de cuantos la conocen. Es una de las videntes más favorecidas del cielo. Durante la persecución del otoño de 1932 fue llevada al tribunal del juez de instrucción de San Sebastián, quien nada delictivo halló en ella. Últimamente, a causa de ser todo lo franca y decidida que debe ser, y por no mentir, ha sido mal llevada y traída ante el prelado de la diócesis, quien puede que mal informado, la ha penitenciado públicamente, sobrellevando la niña con paciencia y humildad la dura penitencia. —Cap. XX. Un caso como pocos.—

Precisamente, esta disposición episcopal, por aquello de que Dios, de los males saca bienes, ha servido a Benita para que lejos del hogar doméstico, se haya perfeccionado en la misión a que el cielo la tiene destinada; y sean, a partir de la fecha de dar a luz estas cuartillas, sus visiones y revelaciones asiduas, diarias, ininterrumpidas. Particularmente se nota que Jesús y María, al hallarla más retirada y ejercitante en las virtudes, la han hecho instrumento de un sin número de revelaciones interesantes, excepcionales, en las que descubrimos con la total ausencia de la personalidad humana —tanto más ausente cuanto más niña es— la plena presencia de la personalidad divina. Las Declaraciones de la vidente Aguirre son una poderosa garantía de que sus visiones y revelaciones son verdaderas.

Juicio crítico de los éxtasis y las declaraciones de esta vidente.— Al enjuiciar debidamente los éxtasis y las declaraciones de la pequeña vidente Benita, es nuestro ánimo avalorarlas, a fin de que en ellas brille la mano divina que las ha causado. Los éxtasis han sucedido en la campa de Ezquioga, en casa de la vidente y en otros lugares de su residencia; y las revelaciones, que les han seguido, se componen de: a) instrucciones; b) poesías; c) mensajes; d) amonestaciones; e) encargos; y f) dibujos, amén de visiones, que han sido, por lo general, suaves, y por excepción tormentosas, cuando el cielo ha querido que, para la conversión de alguien señalado, los malos espíritus la hayan infligido terribles sufrimientos.

a-b) Las instrucciones, casi siempre en prosa, y a veces en sólido y bello verso, generalmente las ha redactado, acabado el éxtasis, o algún testigo se las ha tomado.

c-d) En los mensajes se ha meramente como instrumento. Otro le lleva el pensamiento y la mano, porque la vidente nada sabe de lo que ha hecho ni cómo lo ha ejecutado. Somos, con otros, testigos de ello, y la hemos practicado suficientemente pruebas conducentes a la conclusión, que es tal como afirmamos. Además, cualquiera ve que una niña de tal edad, por lista que sea, contadas las circunstancias que la rodean, no es capaz de escribir mensajes como los instrumentados por ella. Así lo confiesa la vidente misma. Tan es así, que luego de escritos, pregunta a veces, por el significado de ciertas palabras que por completo desconoce.

e) Los encargos han podido ser comprobados y confirmados casi siempre.

f) Acerca de los dibujos, los que hemos dado algunas lecciones de rudimentos de este arte, nos consta que la videntita aún está en el a, b, c de ellos, y que no pudo ejecutar, a las horas en que dibujó la imagen del S. Corazón, como la que figura en la Documentación Serie C, Sección IV. Aparte las circunstancias del éxtasis en que estando, a causa de él, insensible, menos debía poder ejecutar el dibujo.

Todo cuanto dejamos dicho en Documentación Serie B; nº 8, d) respecto a la forma con que la vidente, que dicho apartado refiere, se ha producido en estos casos, hay que aplicarlo a Benita, que por eso nos excusa su reproducción.

SECCIÓN I

11 Julio 1931. Empieza así la pequeña Benita: “Papá nos avisó que en Ezquioga aparecía la Santísima Virgen, y mamá me dijo: ¿Quieres venir conmigo a Ezquioga? La respondí que sí, y preparamos el viaje para el siguiente día. Decíame entre mí: Yo no veré a la Santísima Virgen. El 12 fui con mamá. Iba sin esperanzas ni ganas de ver a la Virgen, porque me bastará, decía, verla en el cielo. Cuando llegamos al monte, empezamos a rezar el rosario. Rezaba yo con gusto, por la devoción que me inspiraba el modo de ser rezado. Al empezar el quinto misterio, con sorpresa y susto vi que una señora, rodeada de grandes resplandores, se me acercaba sonriente. Empecé a dar gritos, diciendo: Mamá, mamá, que veo a una Señora que viene hacia mí, y parece que es la Santísima Virgen, pero me da mucho miedo. Mamá no me creyó, y cuando vio que la gente acudía a mis gritos, me cerró la boca, diciendo a todos que no era nada.

Díjome que si afirmaba que había visto a la Virgen me pegaría, pues no era verdad que la veía, sino ilusiones mías. De regreso, dije a mi hermana: No cuentes nada a mamá, pero he visto una señora que es la Virgen, porque va vestida igual. Mi hermana me creyó, pero mamá, que había oído esto, me riño mucho. Cuando llegué a casa fui en busca de papá, y le conté el caso, añadiéndole que la señora, que había visto, era guapísima y llevaba en una mano un pañuelo y en la otra una espada. Mi papá dudó, pero mi mamá, que oyó lo que estaba contando, me mandó me retirase.

13 julio 1931. Algunos conocidos en tono de burla, decían: “A Benita no se la puede llevar a ninguna parte, porque se marearía y en todas partes verá a la Virgen”. Yo repliqué que era cierto que había visto a la Virgen, y seguiría diciéndolo aunque me matasen. Un sacerdote de Legazpia, que se enteró de esto, me dijo si quería ir con él a Ezquioga, y accediendo, fui allá, haciéndome explicar el hecho de la visión.

En efecto fui a Ezquioga, y dentro del rezo, vi otra vez, sonriente a la Santísima Virgen, más no me habló. En casa todos creyeron menos mamá.

14 julio 1931. Volví de nuevo a la campa con mamá y el sacerdote dicho, y vi de igual manera a la Virgen, que llevaba en la mano un pañuelo; y poco antes de terminar la visión, vi que daba vuelta un poco al pañuelo, en una de cuyas puntas se leía con letras bordadas, color lila: Paz en la tierra.

15 julio 1931. La vi igual, y en el pañuelo, con color rojo, leí las palabras: Gloria en el cielo.

29 julio 1931. La pregunté si me hablaría al día siguiente, y me contestó que sí. En efecto, el día 30 me habló. ¿La pregunté quién era? Y me contestó: “Soy la Madre de todos”. También hubiese querido hablar al niño Jesús, pero como le vi tan pequeño, creí  que no sabía hablar, y no le pregunté nada, hasta que el sacerdote que me acompañaba, me dijo preguntase al Niño que veía, que quién era. Obedecí, y me contestó: “Soy Padre de todos”. Entonces le dije: Esto sí que no te lo creo. ¿Tantos hombres de edad que hay y tú tan pequeño, ser el padre de todos? Cállate, no digas eso. Después me mostró un angelito, y la pregunté que quién era, y me contestó: Un ángel conocido de una que tienes a tu lado. A mi lado estaba mi madre, y en efecto, el ángel era una hermanita mía, que murió al año de nacida y que yo no conocí.

Después me pidieron interrogase a la Visión cómo quería que se la llamara. La pregunté y me respondió: Mater Dolorosa. Cuando fui a casa, dije a mamá: Oiga, me he llevado una gran desilusión, pues creía que en Ezquioga se me aparecía la Virgen, y resulta que es “Mater Dolorosa”. Mamá se echó a reír por la gracia que la causó mi ignorancia del significado, el cual me explico y quedé convencida.

Otro día me pidieron la preguntase por qué aparecía en Ezquioga, y me contestó: “He bajado a Ezquioga, porque hay pocos buenos. Vengo a convertir a los malos, conservar a los buenos y avisar que vienen muchos castigos, para que todos se preparen y estén alerta; más poco de esto consigo. Te digo, de verdad, añadió, que habrá muchos más videntes, aunque unos por su culpa, y otros por culpa de otros, caerán en las garras del demonio. Tú, sé buena, y no me des ningún disgusto. Quiero que vengas siempre que puedas a la Montaña: así estaré contigo”. La respondí que me mandara lo que quisiera, que yo lo haría. Ella se sonrió.

Desde este día continuaron diariamente las visiones hasta primeros de 1933, cuyas declaraciones no he podido recoger, por tenerlas guardadas el ecónomo de Ezquioga, como miembro de la Comisión de Información que era. Mas recuerdo estas salientes:

Un día Nuestra Señora me dijo: “En verdad te digo que si los hombres no se enmiendan y hacen mucha oración y penitencia, vendrán terribles castigos”.

Otro día añadió: “Hija, Yo, Madre de misericordia, he venido a la tierra para avisar a los míos que se preparen: pero, ¿ves? ¡Qué poco de esto consigo! Mis hijos me vuelven las espaldas. Ten por cierto que todos aquéllos que no creen en mis Apariciones es porque no me aman. Si me amaran se interesarían más por Mí y vendrían más veces, y con las pruebas que les daría quedarían convencidos; pero, ya lo ves, no me aman.”

La pregunté una vez, ¿por qué la gente creía mucho más al principio que ahora? Y me respondió: “No te extrañe esto. Los hombres mudan: Solo Dios es el que no cambia. No te aficiones a ninguna persona particular. Ámalos a todos, en general, por Jesús y por Mí. Si así no lo haces, sufrirás mucho, pues verás que personas que hoy te quieren mucho, mañana serán tus mayores enemigos; sigue mis consejos.”

En una ocasión que lloraba Ella lágrimas de sangre, la pregunté ¿por qué causa? Y me contestó: “Hija, ¿aún me preguntas por qué lloro? ¿No ves tú que el mundo está tan mal? ¿No ves que no me aman, que no me hacen caso? Pues, hija, por esto lloro. He bajado al mundo para avisar a mis hijos que se preparen; y ellos, en vez de agradecérmelo y seguir mis consejos, no me atienden ni me escuchan, porque no me aman”.

Cuando vi al demonio por primera vez, me asusté mucho, y pregunté a la Santísima Virgen, ¿por qué había venido allí el demonio? Y me respondió: “¿No sabes tú que detrás de cada cruz anda el diablo? Pues no te extrañe nada.” Pero, Madre, la dije: ¿No ves que si aparece muchas veces el demonio, creerá la gente que aparece él y no Tú? —Y Ella repuso: “El que diga que en Ezquioga aparece el demonio, en esto mismo dará a conocer que aparezco Yo, porque el diablo va tras de lo bueno; pues lo malo ya es de él, aunque no lo vigile.”

Otro día, en vista del modo con que la Comisión de Información interrogaba a los videntes, me dijo “que diera al Sr. Cura unas declaraciones superficiales.” (Págs. 36-37).

En nueva ocasión, que mucha gente se hallaba en el monte, habló así: “Mis hijos están lejos, pero mis hijos están aquí. Haced mucha oración, penitencia y sacrificio. Si esto no hacéis, vendrán castigos terribles y morirá una tercera parte de la humanidad. Entonces, pocas familias quedarán enteras. Todos tendrán que llevar luto. Está cerca el fin del mundo. Cuando las mujeres no se distingan de los hombres por su manera de vestir, entonces pensad que tenéis encima el fin del mundo. Los años pasan volando y pocos se acuerdan de la muerte”.

Los castigos

Fue en el mes de Agosto cuando me habló de los castigos generales. Su enumeración fue por algunos copiada y repartida; pero yo no respondo más que de los que aquí se citan. (Tampoco he podido recoger las declaraciones de los meses del año 1933 hasta septiembre del mismo año). “Comenzó la Señora por mandarme que recemos por los pecadores; que tengamos mucha devoción a las almas del purgatorio; y que oremos mucho a Jesús Sacramentado. Durante el castigo, habrá cinco días de comunismo, y en tres días caerá fuego y no amanecerá. Que, durante estos días, nadie salga de casa, pues los hombres confundidos, empezarán a matarse unos a otros. Ha añadido que el Espíritu Santo está enfadado con muchos sacerdotes por el poco respeto que tienen a los fieles. Que Ella está triste porque no se hace oración, sacrificio ni penitencia. He venido —añade— a este pobre mundo en busca de mis hijos y a causa de sus miserias; y ellos en lugar de venir a Mí, se complacen en alejarse cada día más. ¡Algún día se han de acordar, pues todavía tienen cerrados los ojos, los pobrecitos!

Yo no soy la que mando el castigo, sino mi Hijo Jesús. Habrá terremotos, empezando en el extranjero y después en España. Durante el terremoto de Santiago de Cuba ofrecieron su vida siete personas. El fuego destruirá las cosechas. En el primer año habrá hambre y muchos se condenarán. En el cuarto año empezará a haber cosechas, y después irá mejorando. Los niños más pequeños morirán en brazos de sus madres. Los malos que hagan un acto de arrepentimiento, al momento de morir, no les servirá de nada, porque no será de contrición, sino por miedo al castigo. Llegará un día que dando un paso, encontraremos un muerto, y dando otro, otro muerto, de tal manera que se abrirán caminos con los cadáveres, como se abren cuando hay nieve. París será carbonizado; Marsella tragada por el mar; Cataluña tiene sobre si mucha carga; Madrid, Barcelona, San Sebastián y Málaga son las que tienen más carga. Habrá una guerra mayor que la europea, durante la cual San Miguel cortará la cabeza de los malos. Durante el castigo los ricos empobrecerán y los pobres mejorarán de suerte; pero muy rico nadie. Habrá una gran enfermedad contagiosa de la que morirá mucha gente. Muchos frailes cuidarán de los enfermos y algunos morirán en esta labor. Hemos de pedir morir en el primer castigo. Quedará menos de la mitad de la gente de la que hay ahora. Durante el castigo, los hombres serán muy malos, se olvidarán de Dios, y lo buenos que serán pocos, se podrán contar. Después reinará Cristo. Habrá tres grandes castigos, y además, tres grandes milagros. Dichoso el que muera en el primer castigo, —dijo Benita. ¡Yo pudiera ser una de ellas! Después del castigo, la primera espada que atraviese Mi Corazón temblará la tierra. —Posteriormente ha revelado la Santísima Virgen a la misma vidente que se han disminuido algo los castigos—.

1º Septiembre 1932. Queriendo nosotros practicar determinadas pruebas con la vidente, la invitamos a rezar el rosario, cabe una fuente, que está a corta distancia del tablado. Había otras personas. Una vez empezado el rosario, vimos con sorpresa, que Benita, que ya estaba en éxtasis, se adelantó, poniéndose de rodillas unos metros más adelante. Los asistentes, no comprendieron su significado, hasta que otra vez, la vidente, metida por el monte en medio de un helechal, se puso de rodillas al lado de un árbol. Una persona conoció el significado del acto y dijo: “Estará haciendo el Vía Crucis”, y todos seguimos a la vidente. Al rezar el significado de cada paso, se notaban en Benita señales inequívocas de que estaba sufriendo mucho. De esta manera continuamos monte arriba, detrás de la vidente, hasta llegar a la cúspide, donde terminó el Vía Crucis. Luego, Benita rezó siete avemarías, e hizo siete ademanes, uno por cada avemaría, como sacando algo de algún objeto invisible a nosotros. Terminado el rezo de las siete avemarías, la niña se puso de pie, y extendiendo los brazos para arriba, y poniéndose sobre la punta de los pies, dio señales de querer coger a alguien; hasta que de pronto, se la terminó la visión, y quedó sin saber dónde se hallaba, como da a entender la pregunta que hizo: “¿Dónde estoy?” Al contar a la niña el acto realizado, quiso comprobarlo, comenzando por ir al lugar de la fuente, creyendo que la tendría cerca (había quedado muy abajo, como a medio kilómetro) pero, al no encontrarla, creyó. La niña refiere el caso así: “Al empezar el rosario, he visto a la Virgen con siete espadas, llorando sangre. Tenía tres ángeles a los pies y dos a cada lado. Ha aparecido Jesús y le han puesto una cruz en los hombros, haciéndole ir por un camino, que yo no conozco, y gritándole mientras subía: Salve, Rey de los judíos. Una vez llegado al monte, le han desnudado y crucificado. Después, dos hombres le han bajado de la cruz y le han sepultado, desapareciendo entonces Jesús, y quedando solamente la Virgen. He rezado siete avemarías, y por cada avemaría, le sacaban una espada del Corazón. Luego, se ha puesto alegre la Virgen, y he intentado cogerla pero no he podido.

2-5 Septiembre 1932. —Vía Crucis igual que los días pasados—. He rogado a la Virgen que me muestre alguno de los tres días que vamos a entrar a obscuras. De pronto lo he visto todo negro, que apenas alcanzaba la vista nada más que algún metro, y que todo estaba lleno de sangre. Yo estaba en una casa desconocida para mí. Caía un fuego aterrador. Los hombres se echaban la culpa mutuamente y se mataban, y otros morían a causa del fuego. Muchos de ellos han quedado negros después de muertos, y estos son los que han muerto en pecado mortal. Luego he visto, como los malos mataban a los buenos. Un niño de siete u ocho años, iba con una crucecita que tapaba con las manos. Han intentado cortarle la cabeza, pero al no poder, le han cortado los brazos a machetazos, cuando un gran resplandor, como una nube, le ha envuelto por completo, subiendo hacia arriba; y cuando ya casi se había escondido, ha caído de la nube una gota de sangre sobre otra persona, a quien la estaban cortando el pecho con una espada. Ésta al caerle dicha gota, ha abierto los ojos, y mirando hacia arriba, se ha escondido la nube. De nuevo han intentado cortarle el pecho, y al no poder la han dejado. Mientras la martirizaban, estaba muy contenta; pero cuando la han dejado en paz, se ha quedado triste.

23 Septiembre 1932. En este día la Virgen apareció triste y con siete espadas y doce ángeles. En las manos llevaba un pañuelo. Me encargaron preguntara si curaría María Celaya, vidente de Bocáicoa. Al hacer esta pregunta vi a dicha vidente, pero solamente la cabeza. La cara la tenía muy desfigurada, y parecía que sufría mucho. No sé decir dónde se encontraba, dada la oscuridad del sitio en que me hallaba. Luego de la visión, que fue a eso de las seis de la tarde, me dijeron que había muerto por la mañana.

24 Septiembre 1932. Vi a la Virgen igual que ayer. La pregunté por María Celaya, y me dijo que subió al cielo, cuando terminaron de rezar por ella las misas del entierro. Luego, empezó a marcharse la Virgen, y entonces una persona por pensamiento, ofreció siete avemarías para que no se marchara aún. La vidente oía contestar a la Virgen las avemarías, y a la tercera preguntó a quién contestaba, respondiendo la Virgen que a esta persona y que la diese a besar el Cristo; y entonces bajó la Virgen, desapareciendo al terminar las siete avemarías y dando la bendición.

30 Septiembre 1932. En este día hemos terminado los Calvarios, tal como me indicó Nuestra Señora. Me ha explicado por qué hemos hecho estos Vía Crucis todos los días del mes, esto es: por la conversión de los pecadores, por las benditas almas del purgatorio, y principalmente, por todos aquellos que no atienden a la Santísima Virgen. —Durante los tres meses siguientes, la videntita ha seguido teniendo en su casa visiones y revelaciones, las cuales no se recogieron a causa de ser la época de las persecuciones—.

21 Enero 1933. La Santísima Virgen me ha dicho “que ha llegado ya el año del comienzo de los castigos, pues ha esperado bastante; ya que si nos dejara sin castigos sería porque no nos quería. Porque, así como una madre, cuando ve que su hijo se porta mal,  le reprende; así también obra Ella con nosotros, que somos sus hijos”.

23 Marzo 1933. Apareció de Dolorosa, con Gema y cuatro ángeles. “Me ordenó que hagamos mucha oración y penitencia, pues se acercaban los castigos. Jesús no puede esperar a más, ya que termino el tiempo de sus misericordias”.

26 Marzo 1933. (Todas las visiones que siguen, son por lo general idénticas a la anterior; por cuya razón las omitiremos, declarando solamente las revelaciones en las mismas habidas). “Nuestra Señora me dijo  que tenemos encima el castigo, pues Jesús no puede esperar a más; que roguemos mucho por los pecadores, cuyos ojos están cerrados; que San Sebastián será tragada por el mar; que hagamos mucha oración y penitencia; que seamos valientes, ya que los de Ella seremos muy perseguidos; y que se cerrarán todas las iglesias, siendo las primeras las de Cataluña; y que se acerca la guerra mundial; y después los tres días de tinieblas”.

5 Abril 1933. “De nuevo me aseguró que tenemos encima el castigo, el cual se ha aplazado bastante a causa de las oraciones que se han hecho; que, durante los castigos, los que crean en las apariciones de Ella, serán guardados bajo su manto, como ovejas escogidas, y que no tendrán el menor cuidado; mientras los otros se llenarán de terror y espanto, y quedarán como ovejas perdidas, que no han atendido al llamamiento del Buen Pastor; que los de Ella gozarán sobre su pecho para toda la eternidad; y que roguemos mucho por los pecadores”. Llorando, dio su bendición y desapareció.

Creyentes, videntes, director de éstos y libro de la Virgen de Ezquioga.

3 Junio de 1933. Suplicamos exponga Nuestra Señora la aclaración de algunos puntos nubosos; y, comenzando por ciertos devotos que mucho la visitaron “dice que está disgustada con ellos, porque no la llaman ni ruegan; que se entusiasman con la Obra y con su instrumento, haciendo menos caso de la Autora (la Santísima Virgen); que toda la sabiduría es de Nuestra Señora, más ellos se han entusiasmado con la recibida mediante el instrumento; que Nuestra Señora comunica las cosa a la Obra para que, por medio del Instrumento, haga llegar sus gracias a la tierra; pero que se tenga presente que Ella, en toda ocasión, no quiere hacer llegar las cosas a la Obra, sino que las dice a los videntes de Ezquioga; las cuales cosas, como no son del agrado de aquellos devotos, no las quieren recibir. Enseña que el orgullo es la antesala de la cobardía; el odio de la venganza; y la caridad de las buenas obras. Y finalmente, que ellos, que se habían comprometido a publicar la Obra de la Virgen y a otro menester, se han vuelto atrás.

En cuanto a los videntes, desobedientes al P. Amado, declara que han jugado con su nombre. Tomándola a Ella por pretexto de sus caprichos; que todo el tiempo empleado en ellos ha sido perdido, que se ha llegado a un extremo en que va a tener que castigar; que confirma cuanto dijo a E. el domingo pasado, esto es: que de todos los videntes sólo quedan en visión de Ella nueve, y que aún algunos de éstos quedarán sin visión, a causa de que no obedecen a dicho Padre y sí a las personas que les asisten; que A. tampoco la ve, aunque ofrezca las flores y el crucifijo; que el mencionado Padre aplique a todos los videntes la prueba de fuego; que los videntes que se queden sin visión, se revolverán contra los que con Ella queden, y sobre todo contra su director. Y finalmente que dicho Padre borre del Libro todo cuanto deja escrito sobre F. quien, sabiendo y teniendo pruebas para distinguir entre las visiones del cielo y las que no lo son, por dar gusto a otros y a sí, ha mezclado muchas cosas que no son de Ella.

En lo tocante a los enemigos de Ezquioga van a pasar muchas cosas. Entre ellas hay dos sacerdotes que hacen el juego a cierto encumbrado señor, los cuales ayudados de los exvidentes castigados con la no visión, se revolverán contra los buenos videntes y su director: que llegará día en que nos pincharán, y entonces tendremos que defender a la Virgen más que nunca. Y, puesto que Nuestra Señora se queja de que va quedando sola, nosotros la prometemos que levantaremos su nombre y su gloria muy alto, confiados en su ayuda, que no nos ha de faltar.

Últimamente, habló de la publicación del libro, ordenando entre otras cosas, se imprima pronto y en lugar donde se nombren poco las cosas de Ezquioga, a causa de un traidor existente”.

4 Junio 1933. Nuestra Señora me habla de varias cosas, entre ellas: “Diga al P. Burguera que irán a buscarle, pero que no reciba a nadie; que en vista de que no recibirá, le mandarán una carta, que no debe abrir; —Guardamos esta carta, mandada abrir a los once meses por Nuestra Señora— y como no ignorarán que no la ha abierto, le mandarán otra, con la cual hará lo mismo que con la anterior. Habla luego, de ciertos devotos que, a causa de que su vidente carece actualmente de visión, no les indica vengan a Ezquioga, pero que a ellos les consta esto: Que cierta autoridad anda registrando toda la basura que se arroja  contra los Hechos de Ezquioga, el cual registro será quemado antes de que salga a la luz. Veo a muchos sacerdotes salir de sus pueblos; a los demás desdecirse de lo que, hasta ahora, contra los Hechos de Ezquioga, han dicho; y a cierto señorón en cama, con siete diablos, que le atormentan a juzgar por la cara que pone, y en un ángulo de la habitación hay un sacerdote que espera de su llamada, pero ésta no llega, porque no se le da tiempo”.

5 Junio 1933. En éxtasis veo a la Santísima Virgen, y a su lado al P. Burguera; y, hablándole sobre los videntes, confirma cuanto dijo a E. de “que es su voluntad hacer una purificación en ellos, a causa de que no la obedecieron, por la cual purificación quedarán únicamente los precisos; que, ahora son nueve, de los cuales dos quedarán pronto sin visión, a causa de que no rinden su voluntad”. (Pudimos convencer a una de estas dos videntes, de que la Santísima Virgen iba a dejarla sin visión; la incitamos a penitencia; y, obtenida la venida de la Madre, “Nuestra Señora la dijo que no la dejaría sin visión, mientras ella la obedeciese en todo”; y, prometido que fue esto, siguió viéndola hasta que no obedeció); “que de todos éstos, con el tiempo quedarán sólo cuatro (cuyos nombres aduce); pero que no se extrañe el P. Burguera si encuentra alguno más de los nueve, ya que Ella los está buscando, por lo cual requiere a dicho Padre para que él, y no otro, haga con todos los videntes la prueba del fuego, y el que no quiera someterse a esta prueba que lo deje”.

Preguntada la Santísima Madre si sustituirá los videntes dejados por otros, “respondió negativamente, porque con todos ha querido hacer lo mismo y no han correspondido. Hay más cosas todavía de las que el P. Burguera piensa. Quiero, dice, hacer tres grupos de videntes: Uno para el Corazón de Jesús; otro para el Divino Niño, y otro para Mí; pero que todos han de quedar bajo una misma dirección: la del P. Burguera. Que éste no se apure, pues le ayudaré”.

Sobre el premio material, que cierta vidente creyó alcanzar por su penitencia y desvelos, “respondió Nuestra Señora que, por ser terreno no es de Ella. Las cosas que se hacen se conocen por los efectos que producen. El demonio puede producir efectos buenos para conseguir un fin perverso”.

Sobre este Libro, dijo: “Su autor siga corrigiéndolo, que Yo diré dónde se ha de imprimir. Todo lo que ha pronunciado el P. L. sobre Ezquioga ha sido sin estudio sólido. Ahora quiere estudiar, antes de volver a hablar; pero ya tendrá en el libro cuanto apetezca. Sin embargo pretenderá hablar con su autor”.

La Santísima Virgen ha recusado, posteriormente, declaraciones de algunos videntes que antes pasaron; “porque, hasta la fecha en que pasaron (25 agosto de 1932), ellos no poseían pruebas para discernir entre las visiones y revelaciones de Ella, del demonio y de la imaginación; pero, que a partir de tal fecha, las poseyeron; y como dichos videntes no han hecho el caso debido, por esto las recusa”. (En el Libro, por tanto, estas declaraciones no se fijan. Hay muchas cosas en todos estos respectos que sólo se explican por la necesidad absoluta que tenemos de ser y vivir humillados.)

“Que alguien que no nombra, dará un gran disgusto a los que trabajan por Ezquioga. Él, que tenía puestas sus esperanzas en el P. L., al ver que éste flaquea en sus antiguas afirmaciones, se desanima y sufre, y experimentará un día bochorno”.

“Tened entendido, concluye, que Mi nombre quedará por encima de los proyectos de mis enemigos. Que las gentes que creyeron en Mí, volverán hacia Mí. Por tanto, no temáis”.

16 Junio 1933. Me participó, “que las contrariedades por las que pasamos son para que la Obra suya salga más clara; que pronto quedarán sólo cuatro videntes suyos, puesto que habiendo sido muy pocos de Ella, el demonio ha trabajado mucho con algunos, tomándolos como jefes, y diciendo por su boca todo el mal que ha podido; que el diablo engañará a todos mucho, pero que sepamos vencerle. Y que repartiera flores, señalándome a quien daría, y diciéndome luego unos versos, para que yo los repitiese, dio su bendición desapareciendo”.

17 Junio 1933. “Me dijo que habremos de sufrir contrariedades, aunque pronto pasarán; que los que ahora son despreciados, después serán levantados; y que no temamos, ya que muchos han pasado por estas pruebas y con su ayuda han salido bien; que participara al P. Burguera que no esperara nada de los c., ya que han caído por su soberbia. Que de los cuatro defensores que Ella tenía ha quedado solo uno, a quien iluminará cuanto necesite para hacer bien su Obra; que durante estos tiempos el P. Burguera tendrá que padecer mucho, aunque Ella le dará ánimo bastante para llevar lo que sufra con paciencia. Últimamente me dijo unos versos para que los repitiera, y dando la bendición desapareció”.

18 Junio 1933. “Añadió que durante estas contrariedades Ella nos guardará; que no temamos, pues son unas pruebas que Jesús nos manda para ver hasta donde llegamos; que las tomemos con paciencia, pues pronto terminarán; que con estas contrariedades ganaremos muchos méritos, pues por el sufrimiento hemos de llegar al cielo; que somos hijos del dolor, y que de un sitio, que no apetecemos, hemos de llegar a donde queremos; y que diera flores”, señalándome a los que debía dar. Y me dictó unos versos para que los repitiera allí mismo.

21 Junio 1933. Me dijo que “las señales que ha habido, son una prueba, para ver si la gente se convierte, pues que tenemos cerca el castigo. Y los que debían de dar ejemplo lo quitan”.

22 Junio 1933. Apareció Jesús con todas sus llagas cerradas, pero manando sangre de diferentes sitios, y dijo: “Esta Sangre Preciosa, que derramé, cayó sobre todas las criaturas del mundo y éstas la han despreciado”. Calló el Señor, y la Virgen añadió: “Los tiempos van adelantando y no puede durar esto mucho tiempo”. Pregunté a Nuestra Señora si Ella había dicho a alguna vidente que no saldría el Libro del P. Amado, y me ha contestado negativamente, añadiendo que la que ha dicho eso ha sido engañada por el demonio, el cual no puede sufrir que dicho Padre esté aclarando su Obra de Ezquioga.

Últimamente, he visto cuatro cabras, dos blancas y dos negras. Con ellas estaba Jesús, vestido de pastor, quién con su vara tocó a las negras y se volvieron blancas, y tocando a las que eran blancas, quedaron sus cuernos rojos de fuego. (Es la misma visión que P.C. tuvo en marzo pasado).

Presentes y futuras persecuciones

24 Junio de 1933. “Me participó que cuando expulsen de España a los católicos no les faltará nada en donde estén, pues Jesús les ayudará; que España será muy castigada, siendo librados del castigo los católicos que se hallen fuera de ella, pues donde estén éstos no habrá castigo; que en tales tiempos en España habrá sólo gente mala, y que Jesús arrojará sobre ésta sin compasión, lo que tenga que arrojar; que no temamos los católicos, pues que al cabo de tres años y medio, volveremos a España, habiéndonos librado del castigo, y que los hombres han obligado a Jesús a obrar así”. 

25 Junio 1933. “Insistió en que tengamos valor y sigamos adelante con todo, pues van disminuyendo los videntes a causa de sus faltas; que aunque muchos la dejan, no la dejemos nosotros; pocos quedan, aunque éstos, si la sirven bien, Ella sabrá pagarles; y que no temamos, porque cuantas más contrariedades haya, más clara saldrá la causa de Ezquioga”.

26 Junio 1933. “Añadió que hagamos mucha oración, y que roguemos mucho por el Santo Padre, pues será muy perseguido, y al fin martirizado; que el que le martirizará será muy desgraciado en esta vida y aún más en la otra, y que el martirio del Papa será a causa del asunto de Ezquioga”.

30 Junio 1933. “Insistió en que pronto vendrá una persecución muy grande para los cristianos, teniendo muchos de éstos que huir a los desiertos; que esta persecución vendrá cuando los comunistas se hagan dueños de España, los cuales martirizarán a muchos de aquellos, aunque el comunismo durará muy pocos días; sin embargo, mientras dure, quedarán arruinadas muchas partes de España a la cual dejarán en completa miseria; que muchos creen que cuando haya desaparecido la República española habrá paz, más están muy equivocados; la Santísima Virgen nos previene para que estemos preparados para una lucha mayor; y que los jesuitas, tanto como las demás órdenes religiosas, serán expulsadas de España, y que tras su expulsión estará muy cerca el castigo”.

2 julio de 1933. “Afirmó que muchos, que no son católicos de veras, cuando los que manden ordenen negar la Religión, negarán; pero después tendrán que pasar por sus castigos; la Santísima Virgen nos avisa ahora, para que luego no nos sorprenda lo que ha de venir; aunque muchos, que no quieren atender ahora, cuando venga lo que ha de venir, se aturdirán, otros muchos enloquecerán, y otros se suicidarán; lo cual sucederá porque no han querido atender a los avisos de Ella; y que los que debían hacer más caso la han abandonado y despreciado, pero que en su pago, recibirán lo que Jesús les mande a cada uno de ellos”.

3 Julio 1933. “Me comunicó que el Anticristo cuenta ya nueve años y algunos meses, y a los 25 años de edad saldrá, vestido de fraile, —Franciscano. (De otra revelación de Abril de 1934)— a engañar a la gente, haciendo falsos milagros, y que muchos le seguirán; que en los tres años de hambre que habrá, vendrá el Anticristo, con todo lo que necesite la gente para comer, y con este señuelo atraerá a muchos a su partido”. Vi muchas iglesias saqueadas, sin puertas, los bancos y sillas en sus portales, las Sagradas formas arrojadas por el suelo, algunos frailes martirizados con espada, y otros quemados, monjas arrastradas por las calles, a las que tiraban de los cabellos, muchas personas ahogadas, muchas casas a las que el agua llevaba, y montes que caían y desaparecían.

4 Julio 1933. “Insistió que cuando venga el Anticristo, muchos entre estos, algunos religiosos, no le conocerán por tal y le seguirán, creyéndole enviado de Dios, pero los que sabemos cómo ha de andar, le conoceremos; que Dios concederá muchas gracias al Anticristo para que se convierta, aunque serán en balde”. Después me mostró en el infierno a cierta persona, de la cual me dijo: “Hasta ahora en el mundo la han tenido como santa, pero ya ves donde está. A muchos de los que creéis que han sido buenos y que se han salvado, los veréis en el infierno. Añadió que pronto quedarán los claustros vacíos”.

Esas azucenas entre espinas, ¿qué significan Madre? —“Ah; significáis los católicos que habréis de pasar persecución; porque el sufrimiento es parte del purgatorio. Muchos a causa del miedo, negarán que son cristianos, pero llevarán su castigo, muriendo desesperados. Después del castigo, los malos quedarán a montones en las calles. De los católicos morirán también algunos, conociéndose quiénes se han salvado y quiénes no.”— Ay, Madre: ¿qué es eso? Todas esas iglesias destruidas…; cómo escapan los religiosos…; los quieren matar…; a muchos les queman…; en vez de dejar en paz a los católicos, ¡cómo enredan!; tu querida nación se vuelve un infierno; envíanos luz, Madre: “Ya la envío, pero los hombres la rechazan”.  Dices, Madre, ¿que habrá más mártires que los que ha habido…? Las casas de los que te amamos, en su mayor parte no serán destruidas… ¡qué pocos quedan para guerrear, Madre! ¡Ay, que horror! Los montes caen; el mar lo traga todo. ¿Es eso San Sebastián? ¡Qué pocas casas quedan! París todo carbonizado, en unas partes agua, en otras, sangre y fuego. Sí, Madre, eso que queda en pie, ¿es el seminario del P.? ¡Qué Sagrado Corazón tan hermoso! Adiós, Madre, adiós.

5 Julio 1933. “Me afirmó que vendrá pronto la degollación de los religiosos y quedarán los claustros vacíos; que avisemos a esos que están esperando el arreglo pronto de España, ilusionándose que dentro de pocos meses, se arreglará todo; y mientras viven en tales ilusiones, les pisará lo malo, sin embargo, los que atendemos a la Santísima Virgen recibiremos luz para ver todo lo que viene”.

Pero, ay Madre, ¿qué es eso? ¡Cuántas casas caen! ¡Qué terremotos! ¡Qué huracán!, ¿en qué montes estamos, Madre. Caen trozos de este monte… ¡cómo huyen todos para salvarse! ¿Estamos en Gerona?, ¿qué monte es este, ¡cómo caen las casas! ¿Ésta también, Madre?, ¿y esa también? ¡Qué alegría, ah!, para los tuyos, ¡qué días, Madre! Más ¿a dónde me llevas?; no me lleves. ¡Ay, cuánta sangre!, ¡qué horror!, como quedan carbonizados… Esa otra niña queda blanca; ¿se salvará? ¿Sí, Madre, sí? Parece que ha llovido sangre. ¿Qué dices, Madre, que pronto vendrá la guerra mundial y que en ellas San Miguel cortará la cabeza de muchos malos?, ¿que luego habrá peste, huracanes, tres días de oscuridad?, ¡qué horror!

9 Julio 1933. “Me comunicó que están preparándose los malos para salir contra los buenos, y que estemos dispuestos a defender la Religión; que nos dará luz suficiente para bien obrar a los que la hemos escuchado, y viceversa a los que no la han atendido; y que muchos de los que ahora ríen a causa de lo de Ezquioga, llorarán después, por miedo al castigo; pero que, por esto Jesús no les dará luz suficiente para arrepentirse”.

Después me llevó a un sitio donde no se veía más que agua y cielo; y vi como el agua arrastraba muchos muertos; y caminando sobre las aguas, vi a muchos negros en guerra que mataban a los misioneros.

Tomado del Libro: “Los Hechos de Ezquioga ante la Razón y la Fe”
Escrito por: Fr. Amado de Cristo Burguera y Serrano, O.F.M.

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